La devoción a la Santísima Virgen, en su advocación del Carmen, nos lleva hasta el siglo XIII en que un santo, San Simón Stock, recibió la visita de la Madre de Dios. Este santo tenía muchas tribulaciones en su vida y acudió, como nosotros debemos hacer siempre, a nuestra Madre del Cielo.
La Virgen se le apareció y le ofreció un escapulario (una tela sujeta por los dos lados con cuerdas), mientras le decía que Ella protegería a quien lo lleve de día y de noche. Desde esa fecha esta devoción se extendió -con la aprobación de la Iglesia-, primero en los sitios más cercanos y más tarde en toda la Iglesia Universal. Por ejemplo, Chile tiene como Patrona del país a la Virgen del Carmen y otros muchos países le son devotos. San Josemaría escribe en Camino, n. 500 “Lleva sobre tu pecho el santo escapulario del Carmen.
Sigamos este consejo de un santo de nuestro tiempo. Para ganar ese “privilegio sabatino” debemos usar el escapulario todos los días y rezar tres Avemarías cada noche. Y luchar por vivir las otras virtudes. Así cuando muramos, si estamos en el Purgatorio, Ella nos llevará al Cielo el sábado siguiente a nuestra muerte.
¡Virgen del Carmen, ruega por nos!
P. Carlos Ayala, rector de la Iglesia San Josemaría Escrivá
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