Cada 8 de diciembre se celebra la Inmaculada Concepción de la Virgen, que fue declarada dogma de fe ten 1854 por el Papa Pío IX en la bula “Ineffabilis Deus”, en la que señala que “la Beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente”.
El día de la anunciación de María, el ángel Gabriel le saludó y anunció diciendo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Palabras con las que le comunicó la misión de ser la madre de Jesús. Por esto fue preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios desde su nacimiento.
A la espera de una de las celebraciones más difundidas de la devoción mariana, el 30 de noviembre damos inicio a la Novena de la Inmaculada Concepción, que termina el día de su solemnidad, el 8 de diciembre.
El fundador del Opus Dei, San Josemaría, se refería al amor a María en su libro Es Cristo que Pasa como “el principio del camino que lleva a la locura del amor de Dios”, e invitaba a las personas a que lo descubran por sí mismas tratando amorosamente a María, abriendo el corazón y confiándole las alegrías y penas, para que les ayude a seguir a Jesús.
La figura de Santa María ha sido elogiada por sus devotos mediante diversas tradiciones marianas, siendo la novena una costumbre que ha prevalecido en la Iglesia para preparar la gran solemnidad del 8 de diciembre.