La mayoría de nosotros estamos familiarizados con la historia detrás del Domingo de Ramos, la entrada del Señor en Jerusalén, así como los símbolos utilizados en este día, especialmente las palmas y ramas de olivo. Sin embargo, ¿cuál es el significado detrás de este evento tan especial para nuestra fe?
Pocos años atrás, en su homilía del Domingo de Ramos, el Papa Francisco explicó que, en el centro de esta celebración, festiva a simple vista, se encuentra el valor de la humildad. “Esta palabra nos desvela el estilo de Dios y, en consecuencia, aquel que debe ser el del cristiano: la humildad”, expresó.
Asimismo, en aquella ocasión el Santo Padre hizo hincapié en recordar que la Semana Santa es el camino hacia la humillación del Señor, por eso la importancia de resaltar el valor de la humildad en el Domingo de Ramos. Porque es el inicio de una semana en la que veremos el desprecio del pueblo hacia Jesús; la traición de Judas; las negaciones de Pedro; las burlas de los soldados y el doloroso camino hacia la Cruz.
“Esta es la vía de Dios, el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay otro. Y no hay humildad sin humillación”, señaló el Papa en dicha ocasión.
La humildad también implica valentía. Eso es algo que debemos comprender, dado que fue Cristo quien eligió su destino, aun sabiendo lo que le esperaba. Sobre este tema, al referirse a la humilde entrada de Jesús en un burro, San Josemaría afirmó: “es fortaleza para combatir las propias debilidades y miserias, valentía para no enmascarar las infidelidades personales, audacia para confesar la fe también cuando el ambiente es contrario”.
Durante la Semana Santa emprendamos nosotros también el camino de la humildad, comprendiendo que, como el Señor, ser humilde es una decisión que se hace deliberadamente, por servicio y amor. El amor nos guiará y nos dará fuerza. Y, donde está Él, estaremos también nosotros (cf. Jn 12,26).