En abril de 2021 el Papa Francisco proclamó el nuevo Sínodo, que culminará en octubre de 2023 en la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos. Sin embargo, a diferencia de otras ocasiones, esta vez se trata de una actividad dirigida a todos los cristianos, no solo las autoridades eclesiásticas. “Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”, señaló Francisco.
El objetivo de este nuevo Sínodo, cuyo tema es “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, es el de iniciar un proceso de aprendizaje en la Iglesia, del que todos podamos ser parte, para afrontar los desafíos del nuevo milenio. Para esto, la Iglesia nos llama a que nos escuchemos unos a otros y dialoguemos, para hallar las soluciones que requieren los nuevos tiempos.
Para lograr este objetivo, el Sínodo comprende varias fases. La primera, involucra a las Iglesias locales. Se insta a todas las comunidades religiosas, movimientos de laicos y otros grupos eclesiales a que se involucren con las instituciones católicas a nivel de parroquias y ciudades. Luego de esta fase, las Conferencias Episcopales se reunirán para hacer una síntesis de las aportaciones recibidas. Finalmente, las reuniones pasarán a una fase continental, primero, para luego culminar en la Asamblea del Sínodo de Obispos en Roma en octubre de 2023, con la presencia del Santo Padre.
La primera fase del Sínodo, o fase diocesana, inició el 17 de octubre y finalizará en abril de 2022. Animamos a todos a ser parte de este Sínodo, con el que avanzaremos hacia una Iglesia más fructífera, al servicio de Dios. Pregunten en sus parroquias o Iglesia más información para poder sumarse a esta iniciativa.
Para concluir, recomendamos la siguiente oración, propuesta por la Iglesia para el camino sinodal actual, y tomada de Adsumus Sancte Spiritus, que se rezó en las sesiones del Concilio Vaticano II:
Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.
Tú que eres nuestro verdadero consejero:
ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones.
Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta.
Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras.
No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento,
para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por perjuicios y falsas consideraciones.
Condúcenos a la unidad en ti,
para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia,
sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos por alcanzar la vida eterna.
Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar,
en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén.