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San Josemaría y el dolor


Hemos vivido confinados durante muchos días, luego de lo cual, poco a poco, hemos ido recuperando la vida ordinaria, el trabajo, la actividad académica, al menos virtual… También recuperamos la normalidad de las relaciones con Dios, al poder recibir en las iglesias los Sacramentos y como salir de “una mala noche en una mala posada”, en palabras de Santa Teresa de Jesús. Muchos quizá se cuestionaron sobre el sentido del dolor o se rebelaron ante la situación, pero después todos volvimos a Dios sabiéndonos impotentes como para aceptar nuestra realidad actual.

Esta Pandemia, la primera que es “universal“, a causa de la intercomunicación de la “aldea global”, tiene sentido cuando conocemos la Pasión de Cristo, que dejó hacer en su cuerpo y en su alma todo el sufrimiento físico y moral que nosotros nos merecíamos.

La vida de San Josemaría, ilustra para nosotros el modo como podremos aceptar el dolor. Mons. Javier Echevarría, anterior Prelado del Opus Dei, que falleció en diciembre de 2016, relataba esta anécdota, a raíz de una pregunta que le hizo el médico a San Josemaría acerca de si había tenido contrariedades. Con su agilidad característica, el fundador del Opus Dei contestó: “No; ninguna”. El doctor anotó en su ficha médica: “Dice que no tiene contrariedades, pero se ve que está crucificado”. Aparente contradicción, pero realidad de la vida de un santo que escribió en el n. 2 de su libro Camino: “Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: Este lee la vida de Jesucristo.”

Leamos y meditemos la Vida de Cristo y así sabremos que la cruz que llevamos es ligera si la llevamos con Cristo.

P. Carlos Ayala.

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