El Prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz, nos invita a contemplar con realismo y amor los sufrimientos del mundo y a responder con una caridad concreta, hecha de oración, servicio y ayuda efectiva. Su mensaje nace de la conciencia que, día a día, recibimos noticias de guerras, injusticias y pobreza que afectan a miles de personas. No podemos permanecer indiferentes.
Retomando palabras de san Josemaría, «no está a la medida del amor del Corazón de Cristo». La fe nos impulsa no solo a sentir compasión, sino a actuar, orar, servir y aliviar la necesidad donde estemos.
Aunque no podamos solucionar todos los problemas del mundo, sí podemos hacer más de lo que imaginamos. La oración —que no conoce límites geográficos— nos permite llegar espiritualmente a aquellos a quienes nunca conoceremos. Además, cada uno, desde su lugar, puede ofrecer ayuda material, tiempo, escucha o apoyo concreto.
El Prelado también recuerda que la pobreza adopta muchas formas: no solo la falta de recursos, sino también la soledad, ausencia de cariño, marginación, la fragilidad personal o social. Todas estas heridas necesitan manos y corazones dispuestos a acompañar.
Siguiendo el espíritu de san Josemaría, la misión cristiana incluye trabajar para que haya “menos ignorantes y menos indigentes” en el mundo. Muchas personas ya desarrollan proyectos asistenciales y formativos en los cinco continentes, pero esta tarea es de todos.
Recordamos que amar al prójimo es inseparable del amor a Dios, como decía san Agustín: «amando al prójimo purificas tu mirada para ver a Dios». Y el prójimo, en el Evangelio, no es solo quien está cerca: es cada persona humana.