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Llamados a ser santos

El Opus Dei ayuda a encontrar a Cristo en el trabajo, la vida familiar y el resto de actividades ordinarias.


San Josemaría Escrivá de Balaguer (1902 - 1975)

Todos los bautizados están llamados a seguir a Jesucristo, a vivir y a dar a conocer el Evangelio. La finalidad del Opus Dei es contribuir a esa misión evangelizadora de la Iglesia Católica, promoviendo entre fieles cristianos de toda condición una vida coherente con la fe en las circunstancias ordinarias de la existencia y especialmente a través de la santificación del trabajo.

Algunos rasgos del espíritu del Opus Dei:

Filiación Divina

«La filiación divina es el fundamento del espíritu del Opus Dei», afirma su fundador. Desde el bautismo, un cristiano es un hijo de Dios.

La formación de la Prelatura fortalece en los fieles su viva conciencia de ser hijos de Dios, ayudándoles a actuar en consecuencia: fomenta la confianza en la Providencia, la  sencillez, la fraternidad, el amor cristiano al mundo y el optimismo.

Vida Ordinaria

«Es en medio de las cosas más materiales de la tierra donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y a todos los hombres», decía san Josemaría.

La familia, el matrimonio, el trabajo, la ocupación de cada momento son oportunidades habituales de tratar y de imitar a Jesucristo, procurando practicar la caridad, la paciencia, la humildad, la laboriosidad, la justicia, la alegría y en general las virtudes humanas y cristianas.

Santificar el trabajo

La santificación del trabajo consiste en un esfuerzo constante

por realizar nuestras labores diarias con la máxima perfección

humana y profesional posible.


Esto requiere infundirle un sentido cristiano profundo, obrando por amor a Dios Padre y con un sincero espíritu de servicio a nuestros hermanos. Así, el quehacer cotidiano se transforma en lugar de encuentro con Cristo.

Oración y Sacrificio

Los medios de formación del Opus Dei recuerdan la necesidad de cultivar la oración y la penitencia propias del espíritu cristiano. Los fieles de la Prelatura asisten diariamente a la Santa Misa, dedican un tiempo a la lectura del Evangelio, acuden con frecuencia al sacramento de la confesión, fomentan la devoción a la Virgen.

Para imitar a Jesucristo, procuran también ofrecer algunas pequeñas mortificaciones, especialmente aquellas que facilitan el cumplimiento del deber y hacen la vida más agradable a los demás, así como el ayuno y la limosna.

Unidad de vida

El fundador del Opus Dei explicaba que el cristiano no debe «llevar como una doble vida: la vida interior, la vida de relación con Dios, de una parte; y de otra, distinta y separada, la vida familiar, profesional y social», como si fueran mundos opuestos.


Por el contrario, señalaba san Josemaría, «hay una única vida, hecha de carne y espíritu, y ésa es la que tiene que ser —en el  alma y en el cuerpo— santa y llena de Dios».

Libertad

Los fieles del Opus Dei son ciudadanos que disfrutan de los mismos derechos y están sujetos a las mismas obligaciones que los otros ciudadanos, sus iguales.

En sus actuaciones políticas, económicas, culturales, etc., obran con libertad y con responsabilidad personal, sin involucrar a la Iglesia o al Opus Dei en sus decisiones ni presentarlas como las únicas congruentes con la fe. Esto implica respetar la libertad y las opiniones ajenas.

Caridad

Quien conoce a Cristo encuentra un tesoro que no puede dejar de compartir. Los cristianos son testigos de Jesucristo y difunden su mensaje de esperanza entre parientes, amigos y colegas, con el ejemplo y con la palabra.

Afirma el fundador: «Al esforzarnos codo con codo en los mismos afanes con nuestros compañeros, con nuestros amigos, con nuestros parientes, podremos ayudarles a llegar a Cristo». Este afán de dar a conocer a Cristo es inseparable del deseo de contribuir a resolver las necesidades materiales y los problemas sociales del entorno.